viernes, 13 de abril de 2012

#CAPITULO 11

P.d.v: Blake
–Feliz día de San Valentín –dije sonriéndole y asombrado por haberme atrevido a besarla.
¿Por qué sorprendido? Yo era Blake Taylor, el que tenía todas las que quería y cuando quería. Pero con Alexandra... Ella no era un capricho. Realmente cuando la veía todo cambiaba. Ella y yo solo, nada más. Después de haber mirado aquellos ojos ya no quería ver a ninguna chica más. Después de las clases, mientras me había paseado por los pasillos para intentar buscarlas, todas las chicas tenían su cara. Me había obsesionado.
«No, estúpido, no te has obsesionado; te has enamorado», me decía una voz en mi mente.
Alexandra estaba ruborizada, pero sonriente. Era... Era distinta. Era Alexandra Price, la única chica capaz de hacer que me enamore de ella. Y con tan solo una mirada.
Un repiqueteo de campanas nos avisó de que eran las nueve, hora de cenar.
Creo que tenemos que entrar ya –dijo Alexandra con voz temblorosa, pero sin perder la sonrisa.
Me cogió la mano. La tenía caliente, lo cuál era genial, porque las mías estaban congeladas. Miré nuestras manos entrelazadas. Encajaban perfectamente, como si fueran dos piezas de un puzle. Sonreí.
¿Ocurre algo, Blake? –preguntó ella.
Negué con la cabeza y entramos en el edificio.

P.d.v: Matt.

No me lo podía creer. ¡Iban cogidos de la mano! Joder... Lo dejo solo un rato y ya se lía con una. Blake no había perdido el tiempo, eso estaba claro. Pero muy raro era que hubiera elegido a la pelirroja esa en vez de a la rubia de nuestra clase. ¿Cómo se llamaba? Ni me acordaba. ¿Entonces que nombre le ponía en la agenda del móvil? Muy bien, le pedía el número y no el nombre.
Una mano me cogió por el hombro. Reconocí a la persona por la presión que ejercía y porque me estada clavando un ancho anillo.
Buenas tardes, tía –dije girándome.
Mi tía, la directora Elisabeth Feldman, era una mujer que imponía. Pero como yo era su sobrino mimado, no me asustaba nada en absoluto.
Mattius, ¿cómo has conseguido que esos dos empiecen a salir juntos tan pronto? –preguntó ella sorprendida.
Je, yo no he hecho nada. No me ha dado tiempo de presentarlos.
¿¡Qué!? Niño idiota, si el amor surge natural, nuestro plan se irá al traste, ¿entiendes?
¿Y eso por qué?
Pequeño estúpido, ¿cuál es el enemigo natural de la magia negra?
Eh... el amor.
Me quedé un rato reflexionando. Debía ser un amor forzado, ahora lo entendía. Pues bueno, aún había esperanza.
Estate tranquila, tía, mi amigo Blake en su vida a experimentado el amor. Bueno, con su abuela, pero esa vieja murió hace mucho. ¿Y Alexandra? Creo que es igual. Dudo mucho que se haya enamorado de Blake. Para liberar tensión, ya sabes a lo que me refie...
Oye, oye, Matt, me alegro mucho de oír eso, pero no necesito saber para qué se hacen las parejas hoy en día.
Y con su paso elegante, se fue.

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