P.d.v: Blake.
Aquella chica...
Alexandra. Sus ojos... Había sentido algo extraño al verlos.
Contemplarlos era como mirar al océano e intentar ver más allá del
horizonte. En cuanto nuestras miradas se cruzaron, en mi pecho había
estallado algo. Era realmente hermosa, pero no era una belleza obvia,
como la de una modelo, no, era una belleza propia, camuflada. Era...
Distinta. Cerré los ojos e intenté recordar todos los detalles: su
nariz recta, sus mejillas pálidas pero ligeramente teñidas de rosa,
sus labios entreabiertos de un pálido color rojo... Y sus ojos. De
nuevo me quedé atrapado, y esto solo era un recuerdo... ¿Qué
pasaría entonces si la volviera a mirar? Notaba el corazón
acelerado. Miré hacia el lugar por donde ella había desaparecido, y
sentí de pronto unas ganas enormes de desandar el camino y ver hacia
dónde se dirigía.
P.d.v: Alexandra.
Blake. Sonreí al
recordar su imagen, que se había quedado grabada a fuego en mi
cabeza. ¿Volvería a verlo? No lo sabía. Pero una cosa era cierta:
había despertado en mí algo extraño con solo una mirada. ¿Por qué
me sonrojaba al recordarlo? ¿Por qué al imaginar sus ojos mi
corazón se disparaba? Respiré hondo. Miré hacia atrás. Si
volviese a girar esa esquina... No. Alexandra, vuelve. Solo lo has
visto quince segundos, ni siquiera has mantenido una conversación
con él. Suspiré. Miré los libros que llevaba en los brazos. Él
los había tocado. A lo mejor si los tiraba él volvía a... ¡Oye!
Se me estaba yendo la pinza. Moví la cabeza. Me estaba volviendo
tonta.
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